La criolipólisis, comúnmente conocida como congelación de grasa, es una técnica no quirúrgica diseñada para reducir los depósitos de grasa localizados mediante la aplicación de temperaturas frías en áreas específicas del cuerpo. Este método es particularmente eficaz para tratar los bultos de grasa resistentes que pueden persistir a pesar de los esfuerzos tradicionales de dieta y ejercicio, lo que lo convierte en una opción adecuada para personas que no tienen un sobrepeso significativo ni son obesas. El tratamiento puede dirigirse a áreas como el mentón, la parte superior de los brazos, los muslos, el abdomen, los michelines, la parte superior e inferior de la espalda y debajo de los glúteos.
El mecanismo de la criolipólisis consiste en aprovechar la susceptibilidad diferencial de las células grasas a las bajas temperaturas en comparación con otras células, lo que provoca daños en las células grasas. Esto inicia una respuesta inflamatoria en el cuerpo, lo que lleva a la eliminación natural de las células grasas mediante el reclutamiento de macrófagos, un tipo de glóbulos blancos que participan en el sistema inmunológico. Durante una sesión de criolipólisis, se aplica una película protectora en la zona objetivo para proteger la piel y garantizar un sellado adecuado del aplicador al cuerpo. El procedimiento suele durar aproximadamente una hora y los pacientes pueden reanudar sus actividades normales inmediatamente después.
Los efectos posteriores al procedimiento de criolipólisis son mínimos, dada su naturaleza no invasiva. Los pacientes pueden experimentar enrojecimiento, hematomas o hinchazón temporales en el área tratada, que generalmente desaparecen en unas pocas semanas. Puede producirse un entumecimiento temporal en el área tratada, que dura entre una y ocho semanas. Sin embargo, las personas pueden regresar a sus actividades habituales, incluido el trabajo y el ejercicio, inmediatamente después del tratamiento.